Netflix pone los ojos en Coahuila y retrata Masacre de Allende con serie Somos.

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Netflix retoma el suceso más cruento de Coahuila, al menos de la historia contemporánea en una serie de ficción

La masacre ocurrida el 18 de marzo de 2011 en el municipio de Allende, Coahuila, cuando sicarios de Los Zetas irrumpieron en el pequeño municipio fronterizo buscando venganza porque alguien les había traicionado será llevada a las pantallas en una serie de ficción producida por el gigante del streaming, Netflix.

Somos. es una serie de ficción basada en el impactante reportaje que la reconocida periodista Ginger Thompson escribió sobre una masacre real ocurrida en Allende, Coahuila. Creada y producida por James Schamus y escrita por él y por las mexicanas Monika Revilla y Fernanda Melchor.

Somos. es la primera serie que aborda la violencia del narcotráfico desde la perspectiva de las víctimas. Es una obra coral, con múltiples protagonistas, cuyas historias recrean la vida cotidiana de una pequeña comunidad rural que, sin saberlo, se vio azotada por una tragedia desencadenada por una operación fallida de la DEA.

“Asesinaron brutalmente a cientos de personas y nadie se enteró. Pasaron años antes de que se publicara algo al respecto. Años de silencio con una masacre de ese tamaño es inaudito”, señaló Monika Revilla, escritora de la serie.

Tanto Schamus, como Melchor y Revilla buscaron que Somos contara las historias cotidianas de la gente de Allende en lugar de glorificar las figuras de los capos involucrados. 

La serie contará con seis capítulos que se estrenará el próximo 30 de junio en Netflix. 

La Masacre de Allende

La Masacre de Allende es quizá una de las historias de horror de Coahuila más contadas en los medios de comunicación. El tratamiento de la historia ha sido parecido a la de una película de acción, pero de fondo, es quizá una de las fallas más importantes del país en la política implementada en materia de seguridad de aquél entonces, y que dejó a su paso la exposición de la impunidad en el país.

Hasta hoy, decenas de preguntas quedan al aire, y la incertidumbre sobre los registros de personas desaparecidas, las víctimas indirectas y los desplazados permanece a pesar de que las autoridades han sido llamadas una y otra vez a contestar las preguntas.

Fue durante el fin de semana de entre el 18 y el 20 de marzo del 2011 cuando empezaron los hechos. Un grupo de al menos 50 camionetas conducidas por miembros del cártel de Los Zetas llegó al poblado por un supuesto ajuste de cuentas que una parte considerable del poblado presencio, sufrió y padeció. El tema se empezó a tratar hasta 2013 en la opinión pública; por fin alguien rompió el silencio.

Diversos informes realizados con declaraciones ministeriales y en la corte norteamericana, detallan que esto se originó a partir de la ruptura de tres hombres con el cártel que en aquella plaza, dirigían Miguel Ángel y Omar Alejandro Treviño Morales; el “Z-40” y el “Z-42” en 2011, tras haber extraído dinero de la célula criminal y trasladarlo hasta Estados Unidos. Se habla de montos de entre 5 y 10 millones de dólares.

Los hombres que presuntamente huyeron, se volvieron testigos protegidos de la DEA, y el rancho de “Los Garza”, que era propiedad de los mismos, se convirtió entonces en el infierno del poblado de 23 mil habitantes, aunque esto se había convertido en una masacre generalizada que alcanzó incluso a personas que habitaban en viviendas cercanas a la Presidencia Municipal, que fueron destruidas con maquinaria industrial y después incendiadas a plena luz del día.

Al rancho “Los Garza” fueron llevados hombres, niños y bebés, mujeres adultas, trabajadores de las familias del poblado, pero también personas que fueron trasladadas en camiones desde Piedras Negras, según las declaraciones integradas en las averiguaciones previas.

“Me di cuenta que había llegado una camioneta, también me di cuenta que ya habían llevado a más personas, entre las que pude reconocer a (…) y se veía tirado en el piso y a su esposa la cual ya estaba toda encuerada además de un trabajador de ellos. También observé en ese lugar amarradas a cuatro mujeres, las cuales eran señoras grandes, pero no podría decir sus edades; a dos niños de 13 a 18 años, y también a varios hombres de entre 30 y 55 años, a algunos se los habían traído de Piedras Negras”, dice una de las declaraciones en poder de las averiguaciones de la Fiscalía.

Las personas eran trasladadas hasta este punto tanto por criminales, como por policías que aseguraban ser pagados con mil o dos mil pesos con aceptación bajo amenaza, mientras que los halcones vigilaban las entradas al poblado por 500 pesos.

“Nos metimos a la fuerza, de ahí sacamos a su esposa, a su hijo más chico, siendo ayudados por policías, subiéndolos a la misma patrulla; luego nos los llevamos a la casa del rancho donde teníamos a los otros, luego fue sacarlos y llevarlos a la bodega para matarlos a todos disparándoles en la cabeza.

“Una vez que los matamos a todos lo que hice fue rociar el diésel por toda la bodega con los cuerpos adentro (menciona que durante esta acción fueron asesinadas dos personas más). Después de esto le prendimos fuego con toda esa gente muerta al interior, y ahí estuvimos muchas horas hasta que cocinamos a todas esas personas, y por tanta lumbre hasta se derritió el techo de la bodega”, afirma otro declarante en los documentos de la Fiscalía.

Con información de ARMANDO RÍOS por VANGUARDIA.