El Bayern Munich envió camisetas oficiales a dos comunidades de los Montes de María en Colombia que superaron décadas de violencia a través del fútbol. Al equipo alemán le llamó la atención que los equipos aficionados usaran camisetas alusivas al Bayern.
Dos equipos de fútbol de aficionados de una comunidad que fue altamente afectada por el conflicto armado en Colombia fueron reconocidos por el Bayern Munich con camisetas originales del equipo por usar el fútbol para reconstruir las relaciones entre dos pueblos que años y años de violencia habían separado.
La historia es de El Salado y la vereda Espiritano, ubicadas en los Montes de María, una región del Caribe colombiano en la que sus habitantes vieron la crudeza de la guerra con más de 3.000 asesinatos selectivos, 117 masacres, más de 1.300 personas desaparecidas y 657 víctimas de violencia sexual, la mayoría de ellas mujeres, según el Centro Nacional de Memoria Histórica.
La cruda violencia que azotó esta región entre 1985 y 2017 había dividido a los habitantes de esta región durante años y “por causa del conflicto armado el fútbol desapareció de sus vidas”, indicó el club alemán.
Pero el fútbol los volvió a unir y esta historia llegó a oídos del Bayern Munich, que descubrió que los jugadores colombianos usaban “camisetas alusivas” al equipo en torneos locales, por lo que les envió un reconocimiento.
“Creemos que el fútbol tiene la capacidad de unir familias, proveer alegrías y sanar heridas, y consideramos que ustedes son un claro ejemplo de esa creencia”, dice una carta personalizada del club a los jugadores de El Salado y El Espiritano, en la que se resalta la creación de “fuertes lazos en su comunidad a través del fútbol”, dice la página web del equipo alemán.
El Bayern envió a Colombia dos conjuntos de camisetas oficiales —locales para Espiritano y visitantes para El Salado— con el nombre del pueblo impreso en la espalda y se los entregó durante un festival de fútbol de la región el pasado 9 de marzo, según un comunicado.
¿Cómo se conecta el Bayern con los Montes de María?
La clave fue la Fundación Tiempo de Juego, una organización no lucrativa creada hace 13 años en Bogotá, que trabaja con comunidades vulnerables y que a través del fútbol enseña valores para que las comunidades resuelvan sus diferencias.
“Les causó mucha curiosidad que una región tan apartada y tan afectada tuviera las camisetas del equipo. No eran originales pero les llamó mucha la atención”, le dijo a CNN en Español Andrés Wiesner, presidente de la fundación, quien agregó que los partidos entre estos dos equipos son “el clásico más tradicional de la región”.
La historia de El Salado vs. Espiritanos fue publicada en el libro La Pelota de Trapo, publicado por Tiempo de Juego, en el que se contaban historias de reconciliación a través del fútbol, según Wiesner.
A un grupo de personas de la región no los integraban por tener un estigma por el paramilitarismo, “pues de su zona era uno de los paramilitares más sangrientos de Los Montes de María”, cuenta Wiesner, “Pero ellos desesperados, lo único que se les ocurrió fue hacer un torneo de fútbol, como los que hacían antes de la guerra, que unían a todas las regiones de los Montes de María”.
Así llegaron equipos de fútbol de varios de los municipios de los Montes de María. “Y pues todos felices de volver a jugar lo que más les gustaba y lo que más les integraba”, cuenta Wiesner, que dice que ese torneo de fútbol les permitió “dialogar y volver a trabajar como hermanos”. El fútbol sirvió para reconstruir el tejido social en una zona que había sufrido la crueldad de la guerra durante décadas.
“El fútbol se había convertido en un escenario de reconciliación o por lo menos de encuentro para dialogar de diferentes poblaciones enemigas en la guerra”, agrega Wiesner.
El poder del fútbol
El Bayern Múnich contactó a Tiempo de Juego, quienes habían documentado torneos de fútbol anteriores en esa región, y a través de ellos enviaron los regalos a El Salado y al Espiritano.
“Nosotros con el pasar de los años nos hemos dado cuenta del poder del fútbol”, dice Wiesner que empezó la fundación hace 13 años en barrios pobres y vulnerables del sur de Bogotá. “Ya no es un tema romántico, o un tema utópico, sino que realmente estamos encontrando en el fútbol una nueva narrativa para dialogar y vincular a muchas personas a aportar al país y aportar a lo que está sucediendo”.
Actualmente Tiempo de Juego atiende a 5.000 niños en todo el país y además del fútbol, han integrado toda un área artística de actividades como teatro, música, danza y escuelas de liderazgo para ocupar el tiempo libre de los niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Wiesner dice que los “picados” de fútbol (como se le conoce popularmente a los partidos de fútbol informales) entre comunidades en conflicto, rompen el hielo y permiten “hablar y encontrarse de otra manera”.
“Lo que insisto es en que el fútbol facilita la forma de encontrarnos con los demás por lo que nos permite quedar todos como iguales”, dice Wiesner, quien dice que es necesario que en Colombia todos aporten a construir la paz a través de las pasiones.
“Hoy en día necesitamos que todos desde nuestras pasiones, desde nuestros intereses, aportemos algo para que el posconflicto sea menos sangriento y doloroso de lo que está siendo y de lo que va a ser”, dice.
“Nuestra excusa es el fútbol, pero cualquiera lo puede hacer: desde el arte, desde el periodismo, desde la educación, desde donde sea”.