Si los altos mandos de Pemex robaban, ellos también podían

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El robo de combustible a Petróleos Mexicanos (Pemex), que ha provocado la primera gran crisis del presidente Andrés Manuel López Obrador, es un problema histórico propiciado por la corrupción, la impunidad y los tentáculos del narcotráfico.

De acuerdo con la periodista Ana Lilia Pérez, que durante 20 años ha estudiado a la compañía petrolera, la sustracción ilegal de combustible comenzó en la década de los 80 como un «robo hormiga» por parte de trabajadores de Pemex, en terminales de almacenamiento y refinerías.

«El empleado petrolero tenía la lógica de que si los altos mandos robaban, ellos también podían robar», dijo hoy en entrevista con Efe la autora del libro «El cártel negro. Cómo el crimen organizado se ha apoderado de Pemex (Grijalbo, 2011)».

Pérez asegura que durante décadas Pemex -creada en 1938 con la nacionalización del petróleo- fue usada por sus directores como una fuente inagotable de dinero que gastaban en lujos personales, que generó un efecto cadena en el resto de empleados.

El problema fue creciendo y ya a finales de los noventa se empezó a sustraer hidrocarburo prácticamente desde las plataformas, un robo que se explicaba oficialmente como «merma natural por evaporación».

En el sexenio de Vicente Fox (2000-2006), el robo de hidrocarburos se vinculó al crimen organizado, y la problemática continuó con el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), pese a estar «perfectamente identificado».

El ‘modus operandi’ que describe la periodista evidencia las altas cotas de corrupción existentes en México.

En la zona norte y la del Golfo de México, cárteles tan relevantes como el de Los Zetas y el del Golfo conformaron una alianza -llamada La Compañía- para robar condensado de gas a lo largo de toda la Cuenca de Burgos.

«Era una gran negocio petrolero con la connivencia de empleados de Pemex», aseveró la experta, que indicó que muchos empleados trabajaban voluntariamente para el narcotráfico, pero otros tantos eran también amenazados.

A la perforación de ductos y la sustracción de petróleo -la ordeña, como se conocen en México- se sumó toda una infraestructura paralela. El crimen organizado incluso llegó a instalar sus propios ductos que conectaban con Estados Unidos.

«Estaban todas las señales de alerta. La actividad criminal creció en las oficinas corporativas y en las zonas de operación, y prosiguió operando y fortaleciéndose», explicó la periodista.

Así, además de en el noreste de México, el saqueo se extendió a muchos más estados, como el céntrico Guanajuato.

«Se va diseminando el nivel de saqueo», indicó la periodista, y a ello se sumó un creciente lavado de dinero y la creación, de facto, de una «empresa paralela criminal».

La llegada de López Obrador a la Presidencia el pasado 1 de diciembre ha supuesto un combate frontal a este ingente robo, que en 2018 conllevó pérdidas para la compañía de 65,000 millones de pesos (3,435 millones de dólares).

Para tal fin, se ha reforzado la vigilancia en ductos con más de 8,000 militares y se ha cambiado el modelo de suministro de Pemex a las gasolineras, moviendo el hidrocarburo por pipa (camión cisterna) en lugar de por tubos, y ocasionando escasez de gasolinas en al menos unos diez estados, incluida la Ciudad de México.

«Por primera vez, se reconoció que el problema de la corrupción empezó desde dentro», apuntó la especialista, alertando que el mandatario ha «destapado una ratonera».

La periodista, ganadora del Premio Nacional de Periodismo del Consejo Ciudadano (2010), entre otros reconocimientos, consideró que solucionar este problema requiere de una «estrategia multidisciplinar y muy bien coordinada».

«Creo que se tienen que congelar las cuentas (de empleados investigados). Es básico», apuntó.

A esta gran crisis se le suman problemas de Pemex como la caída de la producción, el recorte presupuestario u otros casos de corrupción que implicaron a altos directivos como el exdirector general Emilio Lozoya (2012-2016), relacionado con el escándalo Odebrecht.

«Son dos grandes problemas. Los delitos de cuello blanco, que han cometido durante años funcionarios de altos niveles, y el tema del robo de combustible. También existe el problema del sindicato petrolero, que ha recogido muchos recursos de Pemex sin demasiada transparencia», subrayó la periodista, exiliada dos años en Alemania por amenazas relacionadas con su labor profesional.

Vía El Siglo de Torreón