Comerciantes de Iztapalapa aumentan sus ventas, dicen, «gracias a Dios»

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La Macroplaza Cuitláhuac, en la alcaldía Iztapalapa, no solo recibe cada año la representación de la Pasión, sino que también da oportunidad al trabajo, a la convivencia y la alimentación de quienes visitan la demarcación.

El templete para desarrollar los diversos pasajes bíblicos en la edición 176 de la representación quedó listo, aunque alrededor no hay distinciones para quienes venden de todo.

El olor a papas fritas se mezcla con el de los algodones de azúcar, taquitos de cochinita y suadero; los sonidos de las campanas de los vendedores de helado vuelven locos a los niños que corren por todos lados esperando a que sus papás terminen de ver los pasajes de este jueves.

Víctor ofrece sombrillas, una por 50 para el calor, y en estos días puede vender hasta unas 10 sombrillas por día; esta temporada es la más fuerte, pero este año percibe menos gente y menos vendedores.

Víctor es vendedor ambulante y las autoridades de la demarcación no les han llamado la atención; pero cuando empieza la representación de los pasajes bíblicos él mismo sale de la Macroplaza para que nadie le diga nada.

Gerardo vende flautas de pollo y tostadas, las trae en un carrito metálico, a un lado suyo duerme su pequeño niño de unos tres años, siempre anda solo con él, no le cuesta trabajo porque está acostumbrado.

Ayer pensaba irse hasta que acabara toda la conmemoración, que es alrededor de la medianoche; a diferencia de Víctor, percibe que este año hay menos venta debido a que hay más puestos y más vendedores ambulantes; sin embargo, dijo, «no me agüito».

La Macroplaza por estos días podría ser muy parecida al templo de Jerusalén del que Jesús sacó a numerosos mercaderes, sólo que a muchos siglos de ello estos vendedores ofrecen desde playeras deportivas, zapatos, lámparas, juguetes, bebidas heladas, hasta una buena diversidad de alimentos con y sin carne, sin considerar que en días «santos» no se come.

Rosalba vende taquitos de cochinita, trajo chiles capeados pero nadie los quiere, señaló a carcajadas; al parecer a nadie le importa el ayuno por Semana Santa. Este año es el primero que vive la representación como comerciante, tiene toda la fe del mundo de subir sus ventas que en días previos «estaba floja».

Mientras le grita a su hijito que no se vaya tan lejos, Olga ofrece globos de todos los colores. «Estos son los días buenos», expuso con una gran sonrisa al mencionar que a veces se lleva hasta unos dos mil pesos por día durante la representación.

Estimó que en la plaza habría unos 400 puestos fijos, más los vendedores ambulantes; todo el año Olga trabaja en esta plaza, pero es en estos días cuando ve mejorías en su suerte y en sus bolsillos.

EL SIglo de Torreón